Quiero saberlo. Habrán pasado tres Lunas -ninguna de ellas llena ni menguante- hasta que nos demos cuenta, ¿verdad? Es lo que necesitamos. Sentarnos, largo y tendido a pensar. Y después tendernos, largamente, en la hierba mojada de una noche a mediados de agosto, con los ojos cerrados mirando las estrellas en tus labios.
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